
Entrevista de Valdemor, alias don Juan, residente español en Moscovia, con el Subdirector General de Operaciones Exteriores de la RIA (Russian Intelligence Agency).
Любимая площадь (Plaza Querida).
Transcripción de conversación – viernes, 19.7.2019
—Buenos días Dmitry, gracias por recibirme.
—De nada, hombre, para eso estamos. ¿Todavía no has aprendido ruso?
—¡Es que es muy difícil! Además, como todos vosotros entendéis español…
—¿Quieres tomar algo? ¿Vodka, coñá, café?
—¿No me vas a echar ninguna substancia que anule mi voluntad?
—Déjate de coñas, ya sabes que estamos en sagrado.
—Pues entonces un coñá, ¿tienes armenio?
—Sí, espera. ¡Natasha! Trae un par de copas de Ararat. Bueno, ¿a qué se debe tu visita?
—Pues … supongo que estarás al corriente de lo que pasó ayer jueves en el aparcamiento del supermercado Colruyt de Amberes–Merksem, y el martes 16 en la oficina central de correos de Amberes, ¿no?
—Valdemor, ¡no te andes por las ramas conmigo! Lo sé perfectamente. El martes, Baygón, la más experta asesina de la OFI no consiguió pinchar con agente neurotóxico a vuestro Búho, y el jueves, la furgoneta de la TIA no consiguió secuestrar a vuestro Búho, y además Frankestein, tampoco pudo hacer nada para liquidarlo, y encima Javierchik, como nosotros le llamamos, se escapó por dirección prohibida, cuando los de la TIA le estaban esperando por la salida normal. Vaya pareja de inútiles. Se han convertido en el hazmerreir de todos, ¿quién se lo habría imaginado? ¡Tiene gracia! ¡Ah! Y se me ha olvidado la intimidación a vuestro teniente Canguelo en la puerta del Centro Comercial de Amberes que, por cierto, el pobre … está de baja por enfermedad ahora, ¿no?
—Sí… Ya veo que estás enterado de todo.
—Hombre, es mi trabajo, ¿no? Faltaría menos…
—Entonces, habéis sido vosotros, ¿no?
—¿Qué insinúas?
—Que vosotros le habéis formado, y vuestros eran los camiones que taponaban la entrada y ocultaban la visión de la gasolinera Lukoil de la avenida Groenendaallaan esquina con Lambrechtshoekenlaan de Amberes-Merksem, y los dos camioneros que amenazantes controlaban el coche y al conductor de la OFI que estaba detrás del coche del Búho, también eran agentes vuestros…
—¿Al coche que estaba detrás del coche de Javierchik?… querrás decir «al coche que perseguía a Javierchik para cepillárselo». Pues te equivocas. No tenemos ni puta idea de quiénes eran esos. Los hemos visto vía satélite y por las cámaras de la gasolinera, que para eso es nuestra, pero nada más. No los hemos reconocido. La matrícula tampoco, pero lo que me extraña, es que vosotros, europeos, ni con ayuda de la TIA sepáis quiénes son, y que ahora vengas tú aquí a cantarme las cuarenta. Javierchik es un ciudadano español, y hace mucho tiempo que vive en Europa. Aquí estuvo 6 meses, y después vino unos cuantos veranos. No te tendría por qué dar explicaciones, pero te las voy a dar porque nosotros estamos tan alucinados como vosotros. Por supuesto que nos fijamos en él desde que empezó a estudiar ruso en la EOI de Madrid, pero rápidamente lo descartamos. Ese no servía para nuestro oficio. Porque es un charlatán, bebía, fumaba porros, se iba de putas, y bueno, ya sabes tú cómo es. Pero trabaja bien de intérprete, y por eso le ofrecimos trabajo en la OCOCO, y de hecho al final lo hacía perfectamente. Dio pena que se fuera. Pero fuiste tú precisamente quién organizó toda la operación para dejarnos sin un buen intérprete. Porque vosotros no queréis entenderos con nosotros, no queréis que se sepa la verdad de lo que pasa en el mundo. En fin… Además, en el tiempo que estuvo aquí, no se le podría haber preparado para hacer lo que hizo. Aquí, todos nuestros especialistas estudiaron las imágenes y no se lo podían creer. ¡Qué sangre fría!
¡Cómo encaró a la Baygón! ¡Eso no lo había hecho nadie hasta ahora! ¡Cómo la recorrió con la mirada, como el torero al toro, cómo diciéndole, venga, atrévete, vas a ver qué banderillazo te voy a meter por la espalda! ¡Olé, Javierchik!
¡Aquí todos aplaudieron entusiasmados cuando vieron el vídeo! Y la Baygón se dio la vuelta y se alejó con el rabo entre las piernas. Y después, pero ¡qué morro! ¿Cómo pudo reconocer a vuestro teniente? El Búho no tiene los recursos que nosotros tenemos, y eso lo sabes perfectamente. ¡Y cómo se plantó a su lado, y se puso a mirarle, de arriba abajo, y no le quitaba la vista de encima, y tu teniente, el pobre, achantao, no se atrevía a levantar la vista, hasta que, con toda la calma del mundo, se acabó su camel sin filtro, y continuó camino! Pero lo del aparcamiento, eso ya fue demasiao, qué inteligencia, qué valor, qué imaginación, y vuestro demonio Frankestein…
—No es nuestro, es de los naranjas…
—Ya, pero vosotros estabais al tanto de esa operación…
—No, no, no, no sabíamos nada de eso, ni que la TIA y la OFI estuvieran implicadas…
—¡Pues vaya lealtad entre socios! Se habían puesto de acuerdo por si fallaba una de las dos operaciones. Si no había secuestro, habría pinchazo con agente neurotóxico, pa echarnos la culpa a nosotros después, ¿eh? Y después en la prensa, «¡Putin ataca de nuevo!», pues sabes lo que te digo, me podrás creer o no, pero Javierchik no es de los nuestros, y me alegro mucho de que os haya fallado vuestra operación.
—No es nuestra operación.
—Ya lo sé, pero también sé lo que le habéis hecho al pobre durante tantos años, que no le dejáis respirar, eso es ensañamiento y alevosía…
—Vale, pero vosotros fuisteis quienes le echasteis de la OCOCO.
—No nos quedó más remedio gracias a ti.
—Por cierto, he oído que por aquí vosotros también andáis un poco preocupados…
—Bueno, no hay que exagerar, eso es una corriente de opinión. Aquí todos decimos lo que pensamos…
—¿Y qué hay de ese Voland?
—¿Voland? ¿Tú te crees lo que lees en los libros?
—¿Te refieres a «El Maestro y Margarita»?
—Exacto.
—Por supuesto que no… No soy supersticioso.
—Pues cuando el río suena, agua lleva, y en Moscovia algunos sí que lo somos, así que yo que tú me andaría con cuidado. Por aquí, se siguen oyendo historias que han pasado de padres a hijos sobre lo que pasó en la década de 1930. Además, Javierchik estará muy mosqueado contigo, porque sé que te ha mandado una carta con acuse de recibo.
—¿Cómo lo sabes?
—Hombre, Casanova, ¿tú que te piensas, que una cosa así no la iba a saber yo? Por cierto, sobrevivir a un atentado de Baygón y después a otro de Frankestein, ¡eso sí que es un milagro y no lo de convertir el agua en vino! Y también sé que le querías invitar a Moscovia, para poner fin a sus días aquí y echarnos luego la culpa a nosotros. ¡Qué manía nos tienes! ¿Eso es porque te lo ha ordenado el señor X? Y ¿qué vais a hacer ahora, mandarle un moscardrón asesino? Ja, ja, ja…
—Bueno, me tengo que ir, gracias otra vez por recibirme.
—De nada, y que te vaya bien. Yo que tú, cambiaría totalmente de modo de vida. No sé, me haría monje de clausura, por ejemplo, o donaría todos mis bienes a la Iglesia, ja, ja, ja. Por cierto, hay algo que igual no sabes. Javierchik ha estado investigando a unos tal Boland & Boland que compraron la primera Bolsa de Valores del mundo, que estaba en Amberes…